Veo unos zapatos desahuciados: parecen dos bostezos de asfalto. Son ellos los que han abandonado a su dueño. Observan la ciudad y sus ácidas calles con la indolencia de quien ha viajado mucho. No soportaban ni un mal paso más. El futuro no importa si no puede ser mejor que el pasado. Siempre han vivido a no más de un metro el uno del otro, en los extremos de un compás humano. Liberados, ahora, de su razón de ser como pareja, tal vez sea el momento de explorar por separado.
Foto y texto: Gonzalo Gallardo